¿Conspiración lunar?
Considerar que el Apolo fue una farsa es negar la presencia de casi media tonelada de rocas lunares que fueron traídas.
En un reducido porcentaje de la población circula la versión que el proyecto que llevó el hombre a la Luna hace 40 años fue una farsa, una película al mejor estilo de Hollywood. Pero ninguna de las evidencias que exhiben los ‘conspiradores lunares’, como se llama a quienes niegan esta noble conquista científica e histórica, resiste análisis mínimos, algunos de los cuales se exponen a continuación: Aseguran los conspiradores que la bandera que clavaron en suelo lunar onduló, lo que demuestra la farsa porque al carecer de atmósfera la bandera no puede moverse en la Luna. La explicación es sencilla: la bandera se mueve en el momento en que es instalada por los astronautas, pero una vez instalada no se mueve.
Otro argumento conspiracionista es que en las fotografías deberían aparecer gran cantidad de estrellas porque sin atmósfera, ellas deben verse todo el tiempo. Aquí hay una verdad a medias. Es cierto que en la Luna los astros siempre se observan, tanto en el día como en la noche, porque el cielo siempre es oscuro, pero lo incorrecto es creer que en las fotos ellos queden registrados. No es así porque la fotografía astronómica exige tiempo de exposición, mientras que la paisajística no. Así que en las fotos o aparece el paisaje lunar o las estrellas, pero no ambos y las fotos tomadas en la Luna no son justamente con propósitos astronómicos.
También aseguran que las fotos presentan inconsistencias, prueba clara que son un montaje. Son muchas las explicaciones: las disparidades en las longitudes de las sombras se debe a irregularidades del terreno y la iluminación anómala en las fotos se debe a la reflexión de la luz en el suelo lunar por ser rugoso y no perfectamente liso, por mencionar sólo dos.
Los astronautas no pudieron viajar a la Luna porque los cinturones de radiación que rodean la Tierra son nocivos. Respuesta: son nocivas exposiciones prolongadas a esta radiación, pero no por el breve tiempo que estuvieron los astronautas.
Considerar que el programa Apolo fue una farsa es negar la presencia de casi media tonelada de rocas lunares que fueron traídas, distribuidas y analizadas en decenas de laboratorios científicos del mundo. Es negar la multitud de resultados científicos conseguidos con esta hazaña tecnológica. Es ignorar las más de 20.000 fotos tomadas y significa haber burlado a centenares de espías soviéticos que durante años siguieron con detalle la carrera espacial norteamericana.
Es haber conseguido el silencio durante años de millares de científicos que participaron del programa y considerar esto una farsa es un absurdo por donde se le mire.
¿Porque surgió entonces la farsa lunar? Por el deseo personal de reconocimiento de quienes están al frente de la conspiración, apoyados por medios de comunicación interesados en promover lo espectacular sin preocuparse de su veracidad, porque la especulación no exige rigor y atrae poderosamente la atención del gran público, porque detrás de este tipo de propuestas hay intereses mercantiles que viven de un público propenso a consumir estos productos. El público proclive a este tipo de mensajes es el mismo que gusta de la literatura Ovni, creyentes en extraterrestres y abducciones, que creen en la posibilidad de ver a Marte del tamaño de la Luna, es un público general carente de la cultura científica suficiente para discernir lo posible de lo falso, materia prima exquisita para quienes viven de la especulación y charlatanería.
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